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  Tarotista Lucía Durán > Rituales > Rituales para la buena suerte  

Los rituales para atraer la buena suerte buscan mover y transformar la energía que nos rodea, de manera que obre a nuestro favor.

Muchas veces podemos sentir que nuestros planes y proyectos se desmoronan porque el destino nos juega en contra. Por más que ponemos lo mejor de nosotros, nos esforzamos, luchamos y lo intentamos con todas nuestras fuerzas, no logramos alcanzar aquello que deseamos por factores externos que están fuera de nuestro control.

Si bien es cierto que la conquista de nuestras metas depende del trabajo, la preparación y la voluntad con que las acometamos, también hay que reconocer que la fortuna tiene un papel preponderante en todos los órdenes de la vida.

Así, en más de una ocasión, las razones del éxito o el fracaso están en manos de la fatalidad, la providencia y la eventualidad.

Para afrontar ese tipo de circunstancias, existen muchos rituales para atraer la buena suerte, los cuales nos permitirán encauzar las fuerzas del universo para nuestro lado.

Rituales para atraer la buena suerte

Uno de los rituales más conocidos para atraer la buena suerte consiste en tocar madera. Los árboles eran sagrados para muchas culturas y los hombres primitivos pensaban que cada uno de ellos estaba habitado por un dios que los protegía de los seres malignos.

Además, la madera alude a la propia cruz de Cristo, por ello tocarla implica una bendición.

Otra forma de poner a la fortuna de nuestro lado es deseando salud después de un estornudo. En la antigüedad se pensaba que los demonios entraban al cuerpo a través de las exhalaciones y con ese simple gesto se pretendía alejarlos. Al parecer, la creencia viene de la época de Gregorio III, cuando abundaban las enfermedades contagiosas y un solo estornudo suponía la muerte.

Del mismo modo, cruzar los dedos es otro ritual que sirve para atraer a la buena suerte. Esta creencia surge de hacer una representación de la cruz de Cristo en forma simplificada.

Rituales para tener buena suerte

Dentro de los rituales para tener buena suerte tambiénse destaca la posesión de determinados amuletos que benefician a la persona que los tiene en su poder. 

Uno de los más populares son las patas de conejo. Esta costumbre viene del totemismo, quienes pensaban que las liebres, por su fecundidad, favorecían la fertilidad y el desarrollo del embarazo. Por otro lado, el hecho de que la mayoría de los animales, incluido el hombre, nacen con los ojos cerrados, mientras que los conejos lo hacen con los ojos abiertos, les confirió una imagen de sabiduría.

Otro amuleto muy preciado son los tréboles de cuatro hojas. Lo usual es que tengan sólo tres, por lo que toparse con uno de cuatro está asociado con la buena fortuna.

Del mismo modo, las herraduras también son consideradas como talismanes poderosos.

Para los antiguos griegos, su fuerza se debía a su composición y su aspecto. Por un lado, eran de hierro, elemento que creían que ahuyentaba al mal, y, por el otro, tenían forma de luna en cuarto creciente, que era considerada como símbolo de la fertilidad y de la fortuna.

Una herradura no puede colgarse de cualquier manera, hay que colocarla con los extremos hacia arriba, ya que de lo contrario se cree que la suerte se escapa por abajo.

Rituales de buena suerte

Desde tiempos remotos, se cree que colocar dientes de ajo en las puertas de las casas sirve tanto para atraer a la buena suerte como para evitar que los demonios entren.

De igual forma, cruzarse con un búho es una señal de buen augurio, ya que se trata de un ave relacionada con la intuición y la sabiduría. Algo similar ocurre con las ranas.

Siguiendo con los adornos y los accesorios, algunos asociados a la buena fortuna son la figura del  elefante blanco con la trompa hacia arriba, los gatos chinos que mueven la pata, los budas sonrientes, las pirámides, el hamsa y los poliedros con monedas chinas.

En ese marco, otra forma de atraer las buenas vibraciones consiste en disponer los muebles de acuerdo al Feng Shui, un antiguo sistema filosófico chino de origen taoísta, basado en la ocupación consciente y armónica del espacio.

Rituales para la suerte

Así como hay rituales para atraer la buena suerte, también hay determinadas prácticas que es preciso evitar, ya que son generadoras de mala fortuna. Una de las más conocidas dice que al que rompe un espejo le corresponden siete años de azar. En la antigüedad, los espejos se utilizaban como medio para conocer el futuro y por eso se pensaba que su ruptura traída desgracia.

En el siglo I, los romanos adoptaron esta superstición y le añadieron un nuevo matiz: ellos sostenían que la salud de una persona cambiaba en ciclos de siete años, por tanto, si los espejos reflejaban los cambios futuros, la prédica sería también por ese lapso de tiempo.  

Para combatir el maleficio del espejo roto, basta recoger los pedazos y colocarlos en un cubo con agua durante siete días y siete noches, o enterrarlos bajo tierra.

Otra de las supersticiones más comunes dice que al que derrama sal, lo perseguirá la mala suerte. Para que esto no ocurra, se aconseja tomar un poco de la sal derramada y tirarla hacia atrás sobre el hombro izquierdo.

Antiguamente la sal tenía un valor muy preciado en Europa, ya que servía para conservar los alimentos. Al ser un bien costoso y escaso, no podía desperdiciarse y su gasto equivocado era castigado.

Otra creencia vinculada con la sal es la de arrojarla en las puertas de las casas para ahuyentar a los malos espíritus. En las culturas primitivas, la sal se utilizaba para evitar la corrupción de los cadáveres embalsamados y para purificar el agua. De allí se desprendió que su presencia servía para proteger las viviendas contra los malos augurios.

Por último, también se debe evitar pasar por debajo de una escalera. Esta superstición nació en la época de las cruzadas, cuando un cardenal llamado Lauthelier afirmó que si una persona pasaba por debajo de una, estaba rompiendo el triángulo de la Divina Trinidad que formaba esta con la pared, y por tanto debía ser encarcelado y acusado de hereje. De allí quedó la idea de que esta acción equivalía a retar a Dios y atraía a los demonios y a la mala fortuna.

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